Carta abierta al sector público: No es la IA (generativa), sino la mejora de los servicios públicos

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Estamos en un momento clave a nivel tecnológico y social. Siendo un servidor testigo de la continua evolución del sector público español, gracias a mi rol en Microsoft -además de orgulloso hijo, nieto y sobrino de funcionarios-, pienso que vale la pena explicar, contextualizar y hablar del estado actual y futuro de los servicios públicos en España.

Empecemos por el contexto del sector y la administración pública. Con un empuje nunca visto, entidades nacionales, regionales y locales están buscando la manera de seguir evolucionando su infraestructura y capacidades de innovación, incluyendo la transformación digital, el uso de los datos y, por supuesto, la adopción de la inteligencia artificial. El nivel de digitalización y sofisticación varía, como no podría ser de otra manera, entre algunas administraciones que se resisten a dejar el papel -más por contexto que por voluntad- y otras que se lanzan de lleno en plataformas digitales y continúan evolucionando sus sistemas. Todas a su ritmo, mientras se aprecia la intención de transformar la administración y los servicios para que sean más eficaces y escalables. El ciudadano como foco, ahora bien: ¿cómo adaptar dichos servicios a las necesidades modernas de la ciudadanía, empresas y administraciones?

En tiempos post-pandémicos, surge la necesidad imperiosa de aprovechar la tecnología, incluyendo la ya famosa inteligencia artificial generativa. Con un ritmo de adopción aún por debajo del sector privado, sorprende especialmente la voluntad inmediata del personal público de adoptar y encontrar casos que tengan sentido no sólo desde un punto de vista funcional, sino también humano y responsable. Encontrar el equilibro entre los casos de uso que justifiquen la inversión del dinero público -ya venga directamente de nuestros impuestos o de los fondos de recuperación europeos- y hacerlo de una manera que limite el riesgo potencial de la IA y que respete la privacidad y protección de los datos es, sin duda, un ejercicio complejo y continuo en casi todas las administraciones y empresas públicas a nivel nacional.

Sin embargo, la creciente voluntad de adoptar la IA generativa y esa capacidad de aprender y testear choca, en numerosas ocasiones, con la realidad de un sistema público que encuentra trabas a los mecanismos de contratación, anclados en la compra de infraestructura física que se deprecia incluso antes de ser puesta en marcha. Además, las necesidades de talento externalizado multiplican los costes de implementación y los tiempos de desarrollo, en un contexto en el que ni siquiera las empresas de servicios pueden garantizar la disponibilidad de talento para todos y cada uno de los proyectos. Por no olvidar la frustración del personal público al no poder concretar ideas factibles y realistas, por el mero hecho de no contar con las plataformas de IA adecuadas.

Es, por tanto, necesario hacer un llamado para que los actores del ecosistema público y privado logren encontrar las fórmulas adecuadas. En primer lugar, hay que adaptar los mecanismos de contratación a los tiempos modernos para que incluyan consumos de nube pública y una planificación tipo OPEX a nivel financiero. La compra pública merece más y mejor. Segundo, privilegiar el bien común para posicionar soluciones que realmente impacten de manera positiva al sector público español, con el fin de que las mejores tecnologías habiliten los casos de uso que, de verdad, ayudarán a la ciudadanía.

Porque de eso se trata. No es “sólo”  tecnología, sino la necesaria mejora y escalabilidad de los servicios públicos.


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