Mujeres y competitividad en el sector público

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Bajo el título Mujeres y Competitividad, el evento reunió a varias profesionales de la administración pública para reflexionar sobre los retos y oportunidades que enfrentan las mujeres en este ámbito, especialmente en el contexto de la digitalización y la igualdad de género.

Entre las participantes se encontraban Mar Fernández, CIO del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC); Elena Liria, consejera delegada de Madrid Digital; Carmen García Roger, directora de Sistemas y Tecnologías de la Información del Consorcio de Compensación de Seguros; Concepción Campos Acuña, experta en gestión pública y presidenta de Mujeres en el Sector Público; y Ana de la Herrán Piñar, presidenta de la Asociación de Inspectores de Hacienda del Estado. Cada una aportó su experiencia y visión sobre cómo las políticas públicas pueden fomentar un entorno más inclusivo y competitivo.

La brecha de género en el sector público: ¿avance o estancamiento?

Elena Liria destacó que, aunque las mujeres representan un porcentaje significativo en sectores como sanidad y educación dentro del ámbito público, su presencia en puestos directivos sigue siendo limitada. «En Madrid Digital, el 55% del personal son mujeres, pero hasta 2019 no hubo una mujer directiva», señaló. Atribuyó este fenómeno a barreras estructurales y culturales que dificultan el acceso femenino a posiciones de liderazgo. Sin embargo, subrayó que el sector público ofrece ciertas ventajas para las mujeres, como mejores condiciones para la conciliación familiar.

Por su parte, Ana de la Herrán Piñar abordó la importancia de garantizar la meritocracia sin perder de vista la libertad individual. «Lo importante es que se establezca libertad de elección respetando la meritocracia», afirmó. También enfatizó que su experiencia personal no ha estado marcada por discriminación directa, pero sí reconoció que las estructuras sociales aún necesitan evolucionar para facilitar una verdadera igualdad.

La educación fue un tema recurrente durante el debate. Mar Fernández insistió en que es crucial trabajar desde edades tempranas para eliminar los estereotipos de género. «Invitamos a colegios e institutos a visitar los laboratorios del CSIC. Si desde niños ven estas cosas, se eliminan estereotipos», explicó. Además, subrayó que las políticas públicas deben fomentar la igualdad desde el hogar hasta las instituciones educativas.

Concepción Campos Acuña también puso énfasis en este aspecto, pero añadió un matiz importante: «No solo debemos educar a las niñas para que se crean capaces de hacer lo que quieran; también debemos reeducarnos nosotros mismos». Según Campos Acuña, muchas personas adultas aún arrastran sesgos inconscientes debido a haber crecido en épocas menos igualitarias.

Elena Liria complementó esta idea al señalar que los trabajos son un reflejo directo de la sociedad. «Hay muchos estereotipos sutiles que son difíciles de explicar pero están ahí», comentó. Para ella, los cambios culturales deben ser acompañados por ejemplos concretos desde todos los niveles sociales.

Liderazgo femenino, ¿un modelo diferente?

Uno de los puntos más interesantes del debate fue la discusión sobre si existe un estilo propio del liderazgo femenino. Mar Fernández destacó que ciertos valores tradicionalmente asociados a las mujeres, como la empatía, son cada vez más valorados en entornos laborales modernos. «Siempre se ha considerado que la agresividad podía ser buena; ahora sin empatía no se trabaja», afirmó.

Carmen García Roger compartió una experiencia personal que ilustra cómo los estereotipos pueden limitar las aspiraciones femeninas. Cuando decidió postularse como candidata a astronauta con discapacidad en un programa internacional, recibió comentarios disuasorios basados en prejuicios sobre su rol como mujer profesional. «Me dijeron: ‘¿Cómo vas a meterte en esto siendo una mujer con cuerpo directivo?’. Pero todos estábamos bajo las mismas condiciones», relató.

Una conclusión implícita del debate fue la necesidad de colaboración entre hombres y mujeres para alcanzar una igualdad real. «Nosotras estamos convencidas, pero los hombres nos tienen que ayudar», afirmó Elena Liria. Esta idea fue respaldada por Ana de la Herrán Piñar, quien insistió en que «somos iguales pero diferentes; hay que buscar lo positivo en esa diferencia siempre desde el respeto».

El consenso general fue claro: avanzar hacia una mayor igualdad no es solo un objetivo ético o social, sino también una estrategia clave para maximizar la competitividad del sector público en un entorno cada vez más exigente. Las intervenciones dejaron patente que queda mucho camino por recorrer, pero también mostraron ejemplos inspiradores del impacto positivo que puede tener el liderazgo femenino cuando se le da espacio para florecer.


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