Cómo la tecnología puede hacer que la vida en las ciudades sea más segura, interconectada y sencilla

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David Soto Abánades, presidente de Kyndryl para España y Portugal

La digitalización ha transformado nuestras vidas. Todos los días pedimos taxis hasta nuestra localización exacta con un solo clic, utilizamos apps de banca móvil para transferir dinero al instante y quedamos a cenar con amigos gracias a las reservas online.

Algunas interacciones digitales, sin embargo, siguen siendo especialmente difíciles, sobre todo en los centros urbanos.

Hoy, las ciudades albergan aproximadamente el 56% de la población del planeta, es decir, 4.400 millones de personas. En 2050, casi 7 de cada 10 habitantes de la Tierra vivirán en una urbe. Esta creciente población no debería tener que luchar con tareas cotidianas como pagar las tasas municipales de sus vehículos, localizar los servicios de reciclaje más cercanos o reservar hora en una instalación deportiva pública para jugar al tenis.

Es hora de que las ciudades liberen su potencial tecnológico. Si queremos alcanzar el éxito en reconectar la economía mundial para impulsar su progreso, será esencial crear ciudades mejor conectadas y más avanzadas digitalmente que faciliten la interacción de los ciudadanos con sus gobiernos.

Mientras esto ocurre, la península Ibérica está demostrando lo que es posible cuando los municipios apuestan por la innovación tecnológica. Las ciudades españolas y portuguesas comienzan a aprovechar los datos y el conocimiento extraído de las nuevas inversiones en tecnología para hacer que la vida de sus ciudadanos sea más segura, interconectada y sencilla. Esta labor se ha traducido en una mayor eficiencia de costes y en unos resultados más sostenibles, y es una evolución que no ha hecho más que empezar. Los gobiernos español y portugués están creando hojas de ruta digitales para fomentar la innovación, capacitar a los ciudadanos para que se impliquen con la tecnología y transformar el sector público. Se trata de unos esfuerzos que vale la pena que lleven a cabo organismos y empresas de todo el mundo.

Como el líder en Iberia de una empresa que está reinventando la forma de prestar los servicios tecnológicos, observo este cambio sobre el terreno. En nuestra región, algunos residentes pueden ahora navegar por zonas de bajas emisiones, reservar pistas de tenis o avisar de farolas estropeadas a través de aplicaciones municipales.

Los ingenieros que trabajan estrechamente con el Ayuntamiento de Madrid para la transición de los servicios municipales a un modelo tecnológico de nube híbrida, han ayudado a ofrecer unos servicios más flexibles, resilientes y seguros a millones de personas. La Generalitat de Catalunya también ha recurrido a la tecnología en la nube para garantizar el buen funcionamiento de las aplicaciones relacionadas con la salud de los ciudadanos, la agricultura y el turismo.

Las autoridades del Puerto de Barcelona iniciaron un proceso de modernización tecnológica en torno a la sostenibilidad con una plataforma de última generación que aporta mayor capacidad de procesamiento y eficiencia energética a uno de los mayores hubs industriales y logísticos de Europa. El resultado: un importante ahorro de costes, mayor seguridad y la eliminación de más de 175 toneladas métricas de emisiones de CO2 en los próximos cinco años. Y en Portugal, la tecnología en Portalegre ha permitido disponer de un sistema inteligente de alumbrado público que ha supuesto una reducción de casi un 80% de energía.

Los beneficios de la tecnología inteligente también pueden llegar más allá de los ciudadanos. Los gobiernos reconocen que la mejora del entorno de trabajo digital de sus empleados impulsa los resultados. Con el auge de los puestos de trabajo móviles y el teletrabajo, el Gobierno Vasco quiso garantizar jornadas laborales más fluidas sin bloqueos informáticos. Al analizar la experiencia de los usuarios y resolver más rápidamente las incidencias de TI, el gobierno está impulsando la productividad y la satisfacción, facilitando el que los profesionales presten servicios esenciales en los que los ciudadanos confían cada día.

Estos proyectos ofrecen un ejemplo para otras ciudades del mundo que buscan sacar el máximo partido de la inversión en tecnología. El truco está en llegar a la raíz de las experiencias digitales mediocres e invertir en las personas que hacen posible este progreso.

Las ciudades suelen contar con importantes activos y sistemas digitales instalados en sus entornos urbanos, como los dispositivos IoT. Y tienen acceso a grandes volúmenes de datos en aplicaciones de tesorería, registro electrónico y gestión de registros. Pero en muchos casos, las autoridades municipales no están integrando los datos de estos sistemas y aplicaciones, lo que dificulta la obtención de información sobre las experiencias de los ciudadanos o sobre sus retos logísticos, por no hablar de su mejora.

Los ingenieros también necesitan modernizar la infraestructura de TI para conectar y gestionar los sistemas en tiempo real. Esto es necesario para salvaguardar las infraestructuras informáticas críticas de los ciberataques con un enfoque de ciberresiliencia que dote a las empresas de la capacidad de anticiparse, protegerse y recuperarse rápidamente de las ciberamenazas.

Aprovechando el poder de los datos sin explotar y usando la última tecnología, podemos reducir los tiempos de respuesta ante emergencias y mejorar la seguridad pública, hacer un seguimiento de nuestros patrones de uso de energía, reducir las emisiones y unir a las personas para construir comunidad. Es crucial que sigamos avanzando en esta dirección para crear un mundo más avanzado tecnológicamente y mejor para todos.


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