Teletrabajo: predicar con el ejemplo
Niños y sofás incómodos aparte, muchos fuimos los que cuando la pandemia nos confinó a todos en nuestra casa y nos obligó a adoptar el teletrabajo pensamos que realmente este había llegado para quedarse.
Pero la tan manida frase parece no haber calado y, en cuanto se levantaron las medidas de distanciamiento social por el COVID19, asistimos resignados a cómo muchas empresas (más de las que pensábamos) hicieron volver, poco a poco, a todos sus empleados a la oficina.
El Sector Público no fue una excepción y pese a que lo hicimos y funcionó parece que el teletrabajo o el modelo híbrido se ha ido diluyendo pese a las ventajas que ofrece.
En nuestro último tema de portada las recogemos todas: más productividad, ahorros económicos y de tiempo, conciliación personal y familiar, sostenibilidad, atracción de talento… Las bondades de este nuevo modelo laboral son muchas.
Está claro que exige también un cambio cultural especialmente delicado en la Administración: el valorar a los empleados por los objetivos que logran y no por las horas que pasan delante de su ordenador así como un nuevo modelo de liderazgo basado en la confianza y no en el presencialismo.
La Administración Inteligente pasa por ofrecer servicios al ciudadano digitales allá donde se encuentre. ¿Por qué no entonces hacer posible que el empleado público pueda desarrollar también su trabajo allí donde esté? No digo que sea fácil pero creo que es una oportunidad única de, realmente, caminar hacia esa España moderna que tanto “vendemos” y es precisamente el Sector Público quien debe poner las bases para ello y predicar con el ejemplo.