La implantación del teletrabajo en la AA.PP. ¿Agua de borrajas?

Tras la pandemia eran mayoría los que pensaban que los días de oficina se habían acabado. Los sucesivos confinamientos demostraron que trabajar desde cualquier lugar, no sólo era posible, sino que además la productividad mejoraba.

Todo hacía indicar que el sector público iba a ser una de las puntas de lanza que permitiera que el trabajo a distancia se consolidara, pero lejos de servir de ejemplo, ha sucedido todo lo contrario.

Los trabajadores públicos llevan desde el inicio de la pandemia (donde muchos tuvieron que ir presencialmente a sus puestos de trabajo) reclamando que se aplique el teletrabajo al menos un par de días a la semana como ocurre en muchas de las grandes empresas españolas.

La realidad es que ni el Gobierno, ni las entidades locales y regionales parecen muy por la labor. En su habitual ristra de promesas, el Ejecutivo ha colado la obligatoriedad del teletrabajo en la Administración Pública en su batería de medidas energéticas.

Mucho nos tememos que, al igual que ocurrió en la pandemia, la medida se quedará en agua de borrajas. La Administración debería servir de ejemplo para el resto de empresas, sobre todo aquellas más pequeñas que siguen ancladas en una presencialidad obsoleta. Sin ese ejemplo, poco se les puede exigir a estas organizaciones para que implante el trabajo híbrido.

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