No le demos alas a Pegasus

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Espías, teléfono pinchados y virus informáticos en busca de información que robar.

En los últimos días asistimos en nuestro país a lo que bien podría ser una película pero, en este caso, desgraciadamente, los protagonistas son muy reales.

El nombre de Pegasus, un software de espionaje creado por la compañía israelí NSO con el que, entre otros, podrían presuntamente haberse hackeado los móviles de al menos 65 políticos e incluso el del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha hecho que la palabra ciberseguridad de la Administración Pública cope todos los titulares.

Un caso concreto o no que pone de relieve, una vez más, cómo a lo largo de la Historia de la Humanidad, la información es poder y controlarla el botín más deseado, algo que todos ya sabíamos pero que en este escenario de ciberdelincuencia y ciberespionaje cobra especial relevancia.

Nadie duda que es necesario más que nunca contar con una estrategia de seguridad férrea que pueda proteger a la Administración y a la información que ésta posee y gestiona que no deja de ser la de todos los españoles.

Pero también este episodio ha traído consigo otra palabra tan necesaria como la de ciberseguridad, la transparencia.

Una Administración Pública moderna no solo requiere de mecanismos que la protejan (y que deberían ser de primer nivel y no de 3ª regional como ha señalado Javier Candau, el Jefe de Ciberseguridad del Centro Criptológico Nacional) sino que también debe ser transparente para el ciudadano. No, no me entiendan mal. Los secretos de Estado existen, existirán y así deben ser, secretos, y más cuando a la seguridad de un país se refieren.

Pero sí queremos, debemos y tenemos el derecho de conocer que, al menos, existen esos secretos y que se están custodiando con una estrategia sólida y la tecnología más avanzada. Al fin y al cabo, hablamos de la seguridad de todos y no creo que nos merezcamos una “defensa chunga” si es que, de verdad, esto es así.

Habrá seguramente muchos más Pegasus pero, por eso mismo, por favor, no les demos alas para que dinamiten la seguridad nacional. Hay demasiado en juego.


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